miércoles, 22 de julio de 2009

XIII

Pagué y me detuve en un bar al paso para tomar un brandy en el auto. En mi sillón fabricado en Detroit. Sólo el aire de la noche no era explotado, porque todavía no habían encontrado el modo de comercializarlo. Pero seguramente mucha gente estaba trabajando en esa dirección. Ya le encontrarían la vuelta. (...) Ya empezamos otra vez. No estás humano esta noche, Marlowe.


Raymond Chandler

miércoles, 1 de julio de 2009

Cotidiano

A veces creemos que la muerte es una sorpresa, que llega de repente cambiando la vida. Entonces, no sabemos cómo reaccionar, cómo movernos, qué hacer, a dónde correr, creemos que nos envuelve de golpe. Pero esto no es verdad, la muerte no es sorpresa, la muerte es la máxima expresión de lo cotidiano. De lo desgastante, del día a día que convierte lo maravilloso en vulgar, es la manera en la que las personas se vuelven estadística, nos muestra que el olvido es lo común, que la gente está enferma de una locura (o una cordura) egocentrista. La muerte es la consciencia de todo esto y más, que sería largo enumerar, resumiendo es la consciencia de lo cotidiano.
¿Dónde radica la sorpresa entonces? probablemente en el bendito (sin ninguna connotación religiosa) recuerdo, en la gente que sí llega aunque haya desiertos de por medio, en la pequeñas cosas que aparecen de la nada para gritar al oído "aquí sigo", en la personas que abrazan y besan con el alma, en la lágrimas que se comparten y las risas que se escapan de la historias que han llenado cada año de nuestra vida. En esto y más (que también es largo) radica la sorpresa. Pero tontos de nosotros creemos que eso es lo normal, invertimos los valores y convertimos la sorpresa en cotidiano.