miércoles, 5 de agosto de 2009

De las salas de cine

La nostalgia me atrapó apenas regresando de una ciudad donde los perros son más flacos que en ninguna otra parte del mundo, una ciudad con ríos grises y donde hace un calor que parece consumir el cerebro y donde hasta me convertí en sonámbulo. En fin una ciudad que no me gusto, ya en la mía me encontré viendo de frente un enorme edificio convertido en una tienda de electrodomésticos, donde se puede conseguir la deuda que nos de el estatus necesario para enclasarnos, todo en abonos chiquitos. ¿Cuál ha sido el destino de los cines de mi vida? Justo en este lugar se encontraba un cine que sólo proyectaba cintas de artes marciales y donde mi papá era uno de sus principales clientes. Recuerdo con cariño el cine Guerrero, justo en el centro de la ciudad, ahora convertido en el teatro del ayuntamiento, destino no tan cruel si lo comparamos con el de un cine cuyo nombre he olvidado, pero que terminó convertido en una escuela patito, de esas de tv azteca. Pero existen destinos peores, hace unos años los cines gemelos fueron la novedad, por lo menos en mi rancho, pero cinepolis se expandió y un cine de una o dos salas dejó de ser funcional o más bien conveniente, los de 6 o más los suplantaron , despojándolos de toda su magia, de lo espiritual que habla Bolaño en 2666. Volviendo al cine en cuestión, fue el lugar donde por primera vez fui solo a una función, donde nos llevaban en viaje de la escuela y demás cosas, esta sala fue convertida tristemente en una sucursal de una secta "pare de sufrir" o una cosa así. Los cines, ahora en su mayoría, se encuentran rodeados de tiendas. Dentro de centros comerciales con mucha luz, con mucho brillo donde el misterio del cine se pierde o por lo menos se diluye.

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