domingo, 5 de abril de 2009

Dice la Tortuga

Respiro con trabajo, ella me contempla con un extraño aire de resignación, incluso apatía, el hecho de estar frente a mí no le produce nada, tal vez, sólo una ligera curiosidad. No se mueve. Qué le podría importar a un ser como ella un hombre que se pierde en los desiertos por unos días y se siente acabado, para quien es imposible sobrevivir. Nos separan años, lustros y décadas, ella lo sabe, yo lo voy entendiendo, aun así es algo vivo y me da gusto verla.
Los antiguos chinos creían que el mundo descansaba sobre uno de estos seres ¿o cuatro? también creían que el destino se podía leer en su caparazón. Ella parece adivinar mi pensamiento y se gira. Aunque de principio me siento ridículo, me concentro en los hexágonos de su dura cubierta. No lo logro traducir nada, pero sé muy bien que algo está escrito, confundo de momentos las líneas, me parece otro desierto pero este construido de letras, de letras de otra lengua que alguna vez leí, me habla de una ciudad, una ciudad vieja, ciudad perdida, no me habla de oasis. Ciudades que antiguas que viajeros visitaron para no volver, ya sea por que en sus calles encontraron el amor o por que un traidor a mansalva les dejó caer una viga, y de esta forma el viajero encontró su destino; Seguir viajando.
La tortuga vuelve a caminar, yo me pongo de pie, ahora sé hacía donde queda la ciudad pero aun es largo viaje, más después de la tormenta, aparte de eso me siento débil, busco mi cantimplora. Recuerdo que nunca traje una.

1 comentario:

La Rumu dijo...

Jijo, iba a poner un profundísimo comentario peero (tal vez pq mi mente ya está de vacaciones o pq el calor me ataranta) sólo pude pensar en lo mucho que detesto a las tortugas, de chiquita las mataba. Aversiones infantiles, que va, ahora sólo no las puedo ver.